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S: "¡Ay, cómo me estremece hasta el último rincón de mis venas cuando mi dedo sin querer toca su dedo, o cuando nuestros pies se encuentran bajo la mesa! Yo me retiro como si hubiese tocado fuego y una atracción secreta vuelve a moverme hacia ella... Todos mis sentidos sienten vértigo. ¡Oh! Y su inocencia, su alma cándida no siente cuánto me mortifican estas pequeñas muestras de confianza. Cuando al conversar llega a colocar su mano sobre la mía, y cuando en el interés de la conversación se me acerca, de modo que el aliento celestial de su boca llega a mis labios... Pienso hundirme, como si me hubiese dado el rayo. Wilhelm (su amigo del alma a quien le escribe la carta), ¡si es que alguna vez me atreviera a abusar de este cielo, de esta confianza...! Tú me comprendes. ¡No, mi corazón no es tan depravado! Débil, sí. Bastante débil. ¿Y no es eso perdición? Ella es sagrada para mí. En su presencia, desaparece todo deseo. Nunca sé de mí, cuando estoy con ella; es como si el alma se me volcara en todos los nervios. Tiene una melodía que toca en el piano con la expresión de un ángel, tan simple y tan espiritual. ¡Y cómo sabe ella intercalarlo, a menudo en el momento preciso en que yo querría pegarme un tiro! La ofuscación y la oscuridad de mi alma se disipan y vuelvo a respirar libremente."